Percibo en las organizaciones de hoy y de forma mayoritaria, un enfoque centrado en la Exigencia como opción para ser más competitivos.
La vivencia que escucho en los cursos de es: competimos con otros porque para sobrevivir en este mundo, es imprescindible ser los primeros, ser los mejores formación
Esto, a la larga hace a los colaboradores entrar en un bucle, desde mi punto de vista muy peligroso, de “cada vez más” y “cada vez peor”. Veo que se trabaja con menor mimo, con menos cariño, con menos energía, con menos control sobre los errores. En definitiva, cada día más estresados, ansiosos o desganados.
Cada día se exige un mayor esfuerzo, una nueva dificultad, es necesario generar más resultados, a cambio en muchos casos de lo mismo. Esto, en mi opinión, lleva al individuo a tirar la toalla ante las dificultades. El foco está en el ahora, en el ya, en el corto plazo.
Creo que esta visión cortoplacista merma la progresión del individuo, centrado solo en resultados.
Reivindico potenciar escenarios llenos de “todavía”, dónde la energía está en el hacer, en la estrategia, en la trayectoria y los pasos para lograr tal o cual cosa. Y con ello y a la vez en el disfrute, en el compartir. Donde el error forma parte del proceso real y no es, nunca es, un resultado.
Donde siempre hay camino para mejorar y avanzar. Donde no hay una mentalidad fija de lo hiciste bien o mal, sino de: “has avanzado hasta aquí ¿cómo puedes seguir mejorando, progresando?”
Creo que es una filosofía que genera un mayor compromiso con avanzar. La idea de que siempre hay recorrido de mejora, porque todo se puede perfeccionar y que a la vez todo es dinámico. Y tú no estás en el mismo punto que ayer, dado que has probado otras formas. Cada día sabes más y eres mejor. Y todos los días están ahí, delante de ti para aprender.
Hace poco leía que hay una escuela en Chicago que califica con un “no ha superado … todavía”. Entiendo que es el mejor mensaje para evitar tirar la toalla y pensar en no vales para…. Pues creo que este idea es igualmente válida para las organizaciones.
Y pensarás, me dirás: claro pero en las empresas estamos hablando de adultos, personas hechas y derechas que tienen un contrato y una responsabilidad. Cierto! Sí!
Pero que a la vez si no se les permite equivocarse, vivirán en la cultura del miedo, ocultarán los errores y no se permitirán probar a hacer otras cosas para crecer “vaya que…”
Esta es, desde mi visión, la radiografía habitual de los equipos, que ante esta situación en muchos casos trabajan resignados a “esto es lo que hay” siendo por tanto su actitud y resultados muy mejorables. O en otros casos resentidos y cargando emocionalmente contra viento y marea, generando una energía nada tranquilizadora.
¿Como es tu equipo? ¿desde que energía se mueve? Me encantará compartas tus impresiones y generar un debate abierto al respecto.
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