Quizás en ocasiones te has encontrado pensando “están equivocados y yo llevo razón”.
Creo que en el mundo de la empresa y las personas que trabajan en ella surge este pensamiento de forma recurrente.
Desde mi punto de vista es un pensamiento que nos hace mucho daño a ambas partes.
A quien lo piensa, por la carga negativa que genera y a quien lo recibe porque aunque no lo escuche verbalmente lo recibe en actos y gestos cotidianos impulsados por esta idea.
Cuando en mi mente valoro que el otro u otros están equivocados estoy realizando un juicio de valor probablemente sesgado:
es muy posible que no tenga los mismos datos que el otro para hacer lo que hace
es probable me falta información
quizás desconozco los motivos que le llevan a tomar esa decisión
es posible que el otro no sepa hacerlo de otra manera
es posible que incluso ni se plantee o esté valorando las consecuencias de sus acciones
Por supuesto todo esto es una hipótesis, y como tal es posible. Lo más importante de todo ello es ¿qué hacer? ¿Qué puedo hacer desde donde yo estoy y desde lo que yo veo?
Con frecuencia lo que ocurre en estos casos es que tomamos partido y desde la perspectiva que el otro u otros son seres malvados y están equivocados, yo me defiendo y “ataco” en lo que puedo para hacer ver al otro su error. Otras veces, cansado de tantos errores, adopto la actitud pasiva y desganada de no hacer nada, con las consiguientes consecuencias para ambas partes.
¿Que suele ocurrir por el otro lado, “el de los equivocados”? Posiblemente ante el ataque se justifiquen y al sentir dañado su corazoncito se defiendan.
Todos sabemos que actitudes de ataque y defensa son el peor caldo de cultivo en una organización, pero la realidad es que siguen existiendo. Algo, a priori, parece que inevitable.
Bueno inevitable, inevitable…
Cuando tomamos consciencia de que ese “yo llevo razón” lo que hace es que me limita a una sola visión, a una sola opción, la mía, que parece la mejor, pero que me puede estar impidiendo ver otras posibilidades. Otras cosas que están muy cerca, pero que desde esa actitud no logro ver o alcanzar. Además me convierte en una persona rígida, obcecada en mi razón. Abrir la mente a otras razones es, incrementar nuestra capacidad de escucha para conocer esas otras razones que tiene el otro.
Y probablemente pensarás o me dirías, qué fácil es analizarlo en el papel pero es poco realista. Y lo peor, hay que vivirlo y sufrirlo cada día.
Sí, cierto, esta es tu razón, tu visión. Yo también me pregunto y te pregunto ¿quién está sufriendo con esta situación? Si estás sufriendo tú, formas parte del problema y por tanto también de la solución. ¿Qué estás haciendo al respecto para no incrementar el problema y favorecer la solución que a ambas partes nos atañe?
Todos sabemos que incrementar el problema con actitudes negativas a lo único que nos lleva es a enrarecer cada día más la situación y complicar las cosas. Aun así nuestro corazoncito dañado y especialmente nuestro ego se mantienen impertérritos en esta actitud tan dañina para mí y ni qué decir tiene también para el otro. ¿A dónde nos lleva finalmente esta situación?
Probablemente (esta es otra hipótesis) a relaciones cada día más conflictivas y dañadas lo que posiblemente haga que se rompa la baraja antes o después y no podamos seguir jugando a este juego.
Creo que en el juego de la vida nos merecemos otras cosas y hemos de buscar cómo construir y decidir conscientemente cómo diseñar relaciones saludables. Cuando algo nos duele y nos afecta sí o sí algo podemos hacer: desde ver cómo interpretarlo para que no nos haga daño hasta ver y construir cómo mejorarlo.
¿Te sigues apuntando a “yo llevo razón y los otros están equivocados”?
Cuéntame tu visión. Me encantará compartir contigo y generar nuevos aprendizajes.
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