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Compromiso conmigo mismo



Hace unos días leía una infografía sobre las competencias clave que mayoritariamente demanda el mundo de hoy y me llama enormemente la atención que el compromiso es la primera de la lista.

Si, el compromiso es la competencia más demandada en la empresa de hoy, la competencia que será más demanda en un futuro y que se valora como más escasa de aquí a dos o tres años.

Y estoy totalmente de acuerdo con la debilidad que muchos tenemos en esta competencia.

Ya en un post reciente hablamos de este aspecto y hoy lo vamos analizar desde una perspectiva diferente. Mi compromiso, no con el mundo sino conmigo mismo.

¿A cuántas cosas nos comprometemos cada día? en nuestro diálogo interno (“voy a hacer tal”) en nuestras interminables listas (“tengo que…”) o acaso anotamos en una agenda o compartimos con alguien (“ de hoy no pasa que …”)

En cambio, desde mi visión, hemos perdido el valor del compromiso. Compromiso viene de promesa y es similar, pero en el compromiso se asume la responsabilidad por los efectos de no cumplirse (supuestamente). Según esto yo adquiero una obligación o promesa conmigo mismo. Y promesa es mucho más que anotar una intención en algún sitio y olvidarlo. rápidamente. Probablemente no por dejadez, desidia o comodidad sino porque son tantas las promesas adquiridas que no es posible llevar todas a efecto. ¿ Y por qué? porque como digo se ha perdido la relevancia de una promesa y más aún nos hemos habituado a comprometernos con tantas cosas, situaciones o personas que incluso antes de adquirir el compromiso ya somos conscientes de que no lo vamos a cumplir. ¿Qué te dice esto de tu compromiso?

Seguramente te suenan mensajes del tipo: “te llamo en unos días” que se convierten en años o siglos. Y ¿a dónde nos lleva esto? a relacionarnos con nosotros mismos a partir de una intencionalidad difusa que cae por su propio peso. ¿Y qué hacer al respecto? creo que tenemos que reaprender a Comprometernos menos y Hacer más. A evaluar antes de gestionar ese listado de intenciones cuál es nuestra prioridad en el día de hoy y en ese ámbito para así decidir conscientemente, voluntariamente y sobre todo responsablemente (habilidad para responder) a ese compromiso poniendo en valor nuestra hacer y también nuestro ser.

Todo compromiso exige hacer elecciones y renunciar a otras cosas (aceptando que todo no es posible, que todo no cabe), aunque a veces, con frecuencia, estas decisiones las hacemos de forma automática.

Lo interesante entonces es preguntarnos con qué estamos comprometidos en cada situación, en cada ámbito de la vida, cada día… reflexionar acerca de lo que realmente queremos y alinear nuestras acciones con aquello que verdaderamente deseamos conseguir.

Te propongo que elijas en tu hacer de cada día 3 objetivos, 3 compromisos en los 3 ámbitos clave de tu vida (ej: laboral, familiar, espiritual, físico, social, emocional, económico, estudios…), en los que decidas 3 más importantes, solo 3 y te comprometas 100% con tu compromiso y con el resultado.


Compromiso es lo que transforma una promesa en realidad.

Es la palabra que habla con valentía de nuestras intenciones.

Es la acción que habla más alto que las palabras.

Es hacerse el tiempo cuando no lo hay.

Es cumplir con lo prometido cuando las circunstancias se ponen adversas.

Compromiso es el material con que se forja el carácter para poder cambiar las cosas.

Es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo.

Shearson Lehman



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