Hace unas horas una coachee (este es el palabro que se utiliza para denominar a un cliente en un proceso de Coaching).
Pues como decía, una coachee me hablaba de su sentimiento de culpa y lo dañino que es. Cómo ronronea por tu cabeza y cuerpo, haciéndote sentir tan mal y devaluándote.
A su vez comentábamos lo arraigado que está en España. Nos preguntamos si tiene que ver con la religión que se profesa por estos lugares (aunque, cada día menos) pero que tanto ha influido en nuestra educación.
Lo que tengo que decirte y probablemente estés de acuerdo conmigo, es que genera mucho dolor y además del malo, malísimo.
¿Y por qué te digo esto? porque es un sentimiento que a priori no te ayuda en nada, en absoluto. Y que genera una energía hacia ti mismo muy negativa.
¿Y de dónde surge la culpa? la culpa nace a partir de algo que has dicho, hecho, incluso solo pensado y que evalúas en un momento determinado como incorrecto.
Y aquí comienza la primera clave: incorrecto ¿por qué?, ¿para quién? ¿desde que rasero o medida?
Probablemente a la medida o modo de ver de tus padres, abuelos, profesores o quién sabe qué. Quizás una sociedad que te ha dicho que esto se hace así o asá y en algo le has fallado.
Es posible que también estés pensando: me he fallado a mí mismo.
Pues sí, porque el sentimiento de culpa surge en muchas ocasiones de nuestro diálogo interno. Se trata de dos fuerzas que a priori parecen antagónicas. Como si de dos loros se tratase, de forma que si uno dice A el otro hace B.
Y uno dice A porque es quien valora lo ocurrido.
Y habla desde la norma.
Es quien decide que es lo correcto y lo incorrecto.
Al otro lado tenemos a B, que probablemente por diferentes motivos (que ya analizaremos) se ha salido del tiesto, del círculo de lo establecido como correcto.
Este diálogo de tu con tu, además se reitera, acumulando diferencias y generando al final mucho dolor.
¿Y por qué? porque A ha aprendido a recriminar a B por lo no hecho o hecho mal. Y además ha aprendido también a hacerlo desde el enfado, sin cariño. Llegando en algunos casos a la descalificación, incluso al castigo. Lo que lógicamente genera en B, mucho dolor. Que recuerda, también eres tú!
Y qué es lo que siente B?
B, es decir, tu: siente que esto es como un callejón sin salida. Haga lo que haga siempre me sentiré mal. ¿Y por qué?
Porque B ante la recriminación de A intenta volver al redil, si no se dio cuenta o no supo cómo hacerlo. Y parece que todo va a fluir entre ambas fuerzas, pero no! porque B se vuelve a equivocar y por tanto recibe de nuevo el rapapolvos de turno.
En otros casos B no está conforme con la norma y la transgrede consciente. Y orgulloso en un inicio del paso que ha dado. Ya está bien, yo no estoy de acuerdo con esa norma.
Pero ¿qué ocurre? que A sigue ahí con su mensaje reiterativo: “eso no está bien”, haciéndote la vida imposible
Y te preguntarás ¿qué hacer, cómo es posible salir de este conflicto con uno mismo?
Pues vamos a ello y paso a paso.
Hay algunos puntos que es necesario tengamos en cuenta.
El primer punto es que, en esta confrontación no hay ningún malo de la película. Es decir tanto A como B tienen sus razones y los dos desean lo mejor para ti.
Bien, partiendo de esta premisa vamos a analizar cómo diseñar un acuerdo de colaboración entre ambas partes.
Un acuerdo que convierta esta culpa torturadora en una culpa reparadora.
Y para ello es importante comprender algunas reglas de este juego:
la primera es que las normas son necesarias. quizás te preguntes ¿estas normas? ¿por qué yo mismo me impongo normas?.
Bien, al igual que en cualquier familia, empresa, sociedad, las normas son necesarias. Es preciso haya unos límites que clarifiquen qué sí y qué no hacer, decir…
Al igual tu mente perfecta está diseñada para que siguiendo esos límites tú te sientas en equilibrio. Y todo fluya bien.
Y la culpa es tan solo el mecanismo que utiliza tu mente para advertirte, para avisarte que al salir del círculo, de lo definido como correcto estás en peligro. Tan sencillo como esto.
¿Qué ocurre? que al igual que las sociedades tú también cambias, evolucionas y quizá alguna de esas normas este obsoleta o sea necesario matizarla.
Pero tu mente no lo sabe, se lo tienes que hacer ver, le tienes que explicar y convencer de que ha de cambiar.
¿Cómo lo ves? hasta aquí bien, ¿no?
Y ahora te vas a encontrar con una dificultad añadida. Pero tranquilo, hay solución para todo o casi todo.
Y es que tu parte A se mueve en la rigidez de la norma. Es lo que aprendió. Y piensa que no puede ni tiene que cambiar: la norma que guarda es perfecta. De ahí el modo en el que se relaciona contigo, riñéndote por no haber hecho bien o dejado de hacer tal.
2. Esto nos lleva a la segunda pauta que es que las normas pueden cambiar y evolucionar.
¿Que opinas?
3. y la tercera además es que estas normas no las elegiste libremente. De alguna forma fueron impuestas en tu educación, a partir del aprendizaje con tus padres y maestros y todas las experiencias añadidas que te llevaron a entender que este mundo es así de tal u otra manera.
Y ya que tenemos las reglas del juego claras porque ¿hasta aquí estás de acuerdo, verdad?
Pues pasemos a la siguiente fase
La acción:
el diálogo entre A y B para llegar a un acuerdo.
Y conseguir lo que la culpa busca con su advertencia: corregir (si procede) y enseñarte para hacer algo diferente a futuro.
Para ello es preciso que te quieras un poquito más, es decir, generes un diálogo de colaboración que no de confrontación entre las dos partes. Un diálogo desde el respeto y sobre todo desde la honestidad, que te mientas a ti mismo es mal apaño.
Se trata de llegar a un acuerdo en el que ganemos los dos A y B.
Si, mucho más fácil de lo que a priori parece.
Se trata de que ninguna de las dos partes lleve la batuta e imponga sus condiciones, sino que abiertamente exprese lo que ve y siente desde esa actitud de respeto y comprensión.
¿Qué te parece?
Aquí cuentas con las herramientas para empezar a dialogar contigo mismo desde otro lugar: una zona marcada por el respeto, el cariño por ti mismo y la sinceridad.
Te sugiero te pongas a ello.
Coge papel y lápiz y comienza ese diálogo entre A y B. Descubrirás como siguiendo estas pautas puedes desterrar el dolor y el conflicto que tú mismo te creas.
¿Te apuntas a contarme tus avances al respecto?
Y por supuesto, cualquier aclaración aquí estoy para seguir avanzando contigo
Comments